Has empezado a desarrollar una vida espiritual activa, te estás dedicando a cultivar una relación profunda con Dios. Le vas conociendo y amando más y se hace parte importante de tu vida. Y de repente te das cuenta de que tu pareja no es tan espiritual como quisieras. Que, incluso, no logran entenderse y empieza a considerar que le dedicas mucho tiempo a «las cosas de Dios».
Esta situación es bastante común, son muchas las personas que se cuestionan sobre qué hacer en estos casos. Sientes que tu pareja no es tan espiritual o no está en el mismo caminar que tú y tampoco quiere hacerlo, te preguntas cómo ayudar a que tu cónyuge se interese más en eso. Muchas de estas personas, con amor genuino, quieren alentar a su pareja a convertirse en el líder espiritual de la familia. No saben cómo comportarse en estos casos y experimentan un sincero desaliento y preocupación.
Casi siempre alguien hace mención a estos asuntos cuando estoy hablando con grupos sobre liderazgo espiritual en la vida familiar.
A lo largo de los años me he dado cuenta de que es una de las preguntas que más se hacen en su corazón las personas casadas, ya sea hombres o mujeres, y que son apasionados por su fe.
Tu pareja no es tan espiritual ¿Qué hacer?
Aunque no hay una respuesta fácil a esta pregunta, he descubierto que existen algunos puntos importantes que debemos tener en cuenta si tu pareja no es tan espiritual como quisieras. Si nuestra pareja no parece estar «muy avanzada» en su viaje espiritual como uno esperaría que fuera y tampoco parece interesarle.
1. Orar por tu pareja.
Primero y siempre, recurre a Dios. Pídele que infunda en el corazón de tu pareja, un mayor deseo de conocer, amar y servir a Dios. Hay que ser específico, porque ¿realmente quieres que tu cónyuge pase más tiempo en oración? ¿Te gustaría ver a tu pareja abrir su corazón para aprender más sobre la fe?
Pídeselo con insistencia, cree en Su Palabra cuando Él dice: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.» (Lucas 11, 9-10).
Además, si tu pareja es espiritual, pero actualmente le falta fervor, considera preguntarle cómo puedes orar por ella o él. Tal vez pueda necesitar tu apoyo espiritual genuinamente, y tú puedas encontrar una feliz manera de orar por su progreso espiritual.
2. No empujes, invita.
La retroalimentación negativa, las molestias y las críticas con respecto a la vida espiritual de tu pareja, seguramente crearán más distancia entre ustedes; si constantemente te quejas de que tu pareja no es tan espiritual como quisieras, esto puede ocasionar que deje de buscar un crecimiento en esa área. Es mucho mejor invitarle.
Por ejemplo, antes de iniciar alguna oración, se le puede preguntar: ¿Te gustaría guiarnos en esta oración? (Tal vez a tu pareja le agrade ser tomado o tomada en cuenta y se anime a dirigirla, y bastaba solo un pequeño empujoncito de tu parte); otra pregunta podría ser: ¿te gustaría acompañarme a una plática que habrá en la iglesia? Me encantaría que me acompañes.
Por supuesto que tu pareja tiene la libertad de decir que no, pero tú también tienes la libertad de invitarle, así que cualquier cosa que decidan, ambos reconocen y respetan ese derecho. Si te ocurre que varias veces se niega, vuelve a rezar un poco y mientras, descansa de invitarle, para que no se vuelva molesta la invitación.
3. Sé el discípulo de Cristo más convincente que puedas llegar a ser.
Sé más caritativo/a, más paciente, más amoroso/a, más amable. Conviértete en un ejemplo ambulante de lo que dice la Palabra en 1° Corintios 13. Si tu pareja no es tan espiritual como deseas deja en las manos de Dios y comienza a obrar acciones de bien. La conversión del corazón a menudo es provocada por el ejemplo de un cristiano fervoroso.
Si tu pareja no es tan espiritual, es tu misión ser tú ese fuego sagrado en su vida para que se sienta más atraído por la fe, porque observará que vivirla trae un efecto positivo que cambia la vida en ti y a través de ti.
4. Mira la viga en tu ojo.
Para convertirte en un mejor modelo de fe, mira tu propia vida espiritual incluso antes que la de tu pareja. ¿En qué me falta crecer? ¿Con qué vicios estoy luchando en este momento y cómo puedo eliminarlos? ¿Cómo puedo crecer en la virtud? ¿Cómo puedo fortalecer mi vida de oración? ¿Cuáles son las metas espirituales que necesito establecer para mí? Dedica más tiempo a deshacerte de la viga en tu propio ojo que tratando de desenterrar las astillas en la de tu pareja (ver Mateo 7, 3-5).
5. Reconoce la belleza espiritual dentro de él o ella.
Cambia tu perspectiva de «lo que está mal» espiritualmente con tu cónyuge y mejor observa todas las cosas que están bien con él o ella. Es posible que yo haga más rosarios que mi pareja o pase más minutos leyendo las Escrituras todos los días, pero al mismo tiempo reconozco que mi pareja es la persona más sacrificada que he conocido. Es más generoso/a que yo, más esperanzador/a que yo… Sinceramente, está lleno/a de vida, respirando virtud.
Deja de enfocarte en que tu pareja no es tan espiritual y busca las hermosas cualidades espirituales que de seguro tiene y dedica un tiempo reconociendo y apreciando esas cosas. Date la libertad de amar a tu pareja tal como es y deja que Dios trabaje en las grandes transformaciones que podrían necesitarse. Luego, disfruta de la paz que viene al hacer esto.
6. Si tienes hijos, no subestimes su influencia.
Jesús dijo que el reino de los cielos pertenece a los niños pequeños (ver Mateo 19,14). Al compartir tu fe con tus pequeños, no subestimes el impacto que su fe tendrá en el crecimiento espiritual de tu pareja. Me sorprende cuando mi hijo de 3 años puede recomendar una oportunidad para orar en el momento perfecto. Esto, sin duda, inspira crecimiento espiritual y una mayor conciencia de la necesidad de una oración constante en mi pareja y en mí.
Sigue alentando a tus hijos a fomentar una relación con el Señor, y enséñales a tus hijos los tesoros de la Iglesia. Quizás tu pareja no es tan espiritual, pero la pasión de los niños por la fe se desbordará e influirá naturalmente en tu pareja. Esto ocurre muy a menudo, incluso aunque no lo veamos.
7. No hay plazos.
Tal vez tengas una fecha límite autoimpuesta para el progreso espiritual de tu pareja. Tal vez quieras que se convierta en un líder espiritual más fuerte antes de que tus hijos tengan cierta edad o, si no son católicos, quieres que se conviertan antes de que tengan X años. Dios trabaja fuera del tiempo. Tu pareja está en un viaje que no tiene un horario.
Las conversiones (las grandes como ser católico o las pequeñas como leer la Biblia con mayor frecuencia) pueden ocurrir en un instante o llevarse toda la vida. No pongas expectativas sobre el momento del crecimiento espiritual de tu pareja. No es justo para la obra del Espíritu Santo, no es justo para tu pareja, y no es justo para ti.
8. Nunca pierdas la esperanza.
Dios no cree en las causas perdidas. Él nos busca, como un pastor que pierde una oveja (ver Mateo 18). Dios quiere capturar el corazón de tu pareja, incluso más de lo que tú quieres que lo capture. El Espíritu Santo siempre está trabajando, aunque no siempre se le puede ver obrando.
El Papa San Juan XXIII tiene esta hermosa cita sobre la esperanza; te invito a que agregues el nombre de [tu pareja] en los espacios correspondientes de esta cita. Además, considérala como un consejo: «No consultes tus miedos, sino tus esperanzas y tus sueños. No pienses en tus frustraciones, sino en el potencial no cumplido de [tu pareja]. No te preocupes por lo que [tu pareja] intentó y fracasó, sino por lo que todavía es posible que tu pareja haga». Nunca pierdas la esperanza.
Adaptación por Rafael Ruíz Stirk. Artículo publicado en: Katie Warner´s Blog,
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